1. El esqueleto de soporte: la estructura prefabricada en madera laminada, formada por elementos de fácil montaje, asume diferentes inclinaciones y dimensiones según las posibilidades de ampliación de la cava. Una forma que, partiendo de la cota cero, permite obtener espacios inferiores con un microclima controlado, dedicados al afinamiento del vino en barrica, para llegar a los espacios superiores que actúan como tapa de los depósitos de almacenamiento.
2. La pendiente de los viñedos: un terraplén de textura geométrica, cubriendo la estructura prefabricada, se encaja en la tendencia orográfica del terreno, superponiéndose a un diseño racional que se convierte en la medida del lugar. La percepción de los volúmenes se pierde al mismo tiempo en el paisaje, gracias a una intervención orgánica integrada, una estructura que, por sus funciones y actividad, se desarrolla mayoritariamente oculta en el suelo, integrándose en el paisaje sin ningún impacto ambiental.
3. De la uva al vino: los caminos de los visitantes siguen la línea de producción en paralelo, pasando de caminos de tierra a pasarelas elevadas, combinando la tradición con la innovación, en una estructura que tiene la capacidad de acompañar a los huéspedes en la inmersión total en el mundo del vino, poco a poco, convirtiendo la cava en un lugar de conocimiento e investigación.
4. El lugar del sexto sentido: El injerto del prisma transparente, que alberga el área de degustación y exhibición, en la modularidad de la estructura, se convierte en un lugar donde los visitantes viven nuevas experiencias sensoriales, proyectadas al exterior del gran ventanal que enmarca el panorama, encontrando un ambiente distendido y placentero.